Nuestro querido colaborador Nuno Portela, responsable comercial de Discarlux en Portugal, nos tenía guardada una sorpresa en mi último viaje exprés a Lisboa. Tras recogerme en el aeropuerto, me llevó directo a conocer Retasco Aroeira, el nuevo espacio de un restaurante que ya había conquistado la capital portuguesa desde su local en Benfica. Ahora, frente al mar y en una de las zonas de playa más animadas y de más nivel de Lisboa, se abre un segundo capítulo que confirma la personalidad de esta casa.
El concepto gastronómico mantiene la esencia de las antiguas tascas lusas, esos templos de encuentro y sabor, pero la eleva con una carta donde brillan las carnes curadas y los cortes más selectos de Discarlux, trabajados con maestría.
La experiencia comienza ya con el espacio: amplio, luminoso, moderno, pero con guiños a la calidez de la tradición portuguesa.
La mesa fue una sucesión de sorpresas. Arrancamos con unas croquetas de rabo de buey absolutamente memorables. En Portugal la croqueta prescinde de la bechamel: es carne pura, intensa, que se deshace en boca y concentra todo el sabor del guiso.
El mar también tuvo su momento. Probamos unas coquinas locales, de tamaño sorprendente, salteadas a la sartén con un punto de frescura yodada que recordaba que estábamos a pocos metros del Atlántico.
No podía faltar una cecina madurada de Vaca Velha
Pero el gran clímax llegó con la carne. Un T-Bone de Discarlux que primero nos mostraban sin cocinar. Impresionante pieza, con un color intenso y una maduración perfecta
Luego, ya cocinado, era un disfrute. Sinceramente puede ser uno de los T-Bones más ricos que haya probado nunca. Una maduración precisa, un corte impecable y un punto de brasa que realza los matices de la pieza hasta rozar la perfección. Jugoso, potente, con ese sabor que solo se alcanza cuando se trabaja con producto excepcional y se respeta al máximo.
Lo acompañaron de un arroz meloso de setas
Y unas patatas en gajos cocinadas al horno y con especias…
La cava de vinos estuvo a la altura, con referencias portuguesas e internacionales que acompañan cada plato sin restarle protagonismo. Se nota que en Retasco hay un criterio claro y una búsqueda constante de armonía entre copa y bocado. Nos acompañó durante la comida uno de los vinos favoritos de Nuno, el 21 Batuta, un tinto del Douro muy sorprendente.
Salir de Lisboa rumbo a Aroeira merece la pena solo por sentarse en esta mesa. Retasco se ha consolidado como un lugar de culto para quienes aman la gastronomía portuguesa, pero también para los que buscan descubrir hasta dónde puede llegar la carne cuando se cuida cada detalle del proceso.
En este nuevo espacio frente al mar, tradición y modernidad se dan la mano, y las carnes de Discarlux se convierten en el mejor argumento para volver una y otra vez.
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